No sé por qué me preocupan tanto los hijos de los demás. De verdad que no lo entiendo, intento que me den igual pero no puedo evitarlo. Me ocurre cuando veo a un bebé en una mochila colgona, siempre aguantando las ganas de acercarme y preguntar «¿te han hablado alguna vez del porteo ergonómico?», cuando lo escucho llorando dentro del carro o solo en una rabieta, cuando veo que es paseado en un grupo 0+ o viaja en una silla de auto de cara a la marcha. En todos esos casos siempre pienso lo mismo «pobre niño». Y me preocupo, pero no por el momento actual, sino por las consecuencias a largo plazo. Mi marido siempre me recuerda que no es nuestro hijo y que no debo meterme pero mi cabeza siempre va más allá.